Un compañero de andanzas cuestionadoras del orden sexual establecido me contó una vez una anécdota un tanto ridícula. En una reunión de universitarias/os de nuestra carrera (Ciencias de la Comunicación) este compañero estaba dando a conocer al grupo de colegas nuestra revista, para que opinaran sobre su contenido y, huelga decirlo, también para que la compraran. Se trataba, si mal no recuerdo, del número de la revista en el que debatimos y confrontamos posiciones acerca del matrimonio entre personas del mismo sexo.
En un momento dado, uno de los presentes saltó con la siguiente observación, palabras más, palabras menos:
"los homosexuales y las lesbianas son demasiado obvios y ya cansan con sus exigencias de visibilidad y equiparación, ¿cuándo vamos a hacer nosotros los heteros la "marcha del orgullo heterosexual?"
Dejemos de lado por el momento la pertinencia o no del "orgullo", que como emblema principal de todas las reivindicaciones de las "minorías sexuales" ha desplazado a otras consignas como la dignidad o el respeto.
La heterosexualidad no necesita fechas especiales ni conmemoraciones, no le hacen falta exigencias de visibilidad ni mucho menos de igualdad de derechos porque ella misma es LA NORMA.
La marcha del orgullo heterosexual, en realidad, no tiene comienzo ni fin, es inmemorial, universal, natural, omnipotente y omnipresente. En la vida personal de cada ser humano, sin excepción alguna, esta marcha comienza desde que nace y comienza a ser adiestrado en una sociedad y en una cultura marcadas a fuego por el Poder de las instituciones heteropatriarcales, por el sistema heteropatriarcal.
Sin embargo en la vida, en los cuerpos, en los sentimientos de un cierto número de personas entre las cuales me incluyo, desde muy temprana edad a veces, en etapas más avanzadas otras, comienzan a manifestarse fuertes tendencias afectivo-sexuales hacia personas con cuerpos similarmente sexuados, tendencias que pueden ser predominantes o bien coexistir con impulsos afectivo-sexuales hacia personas con cuerpos dotados de una sexuación diferente. En ambos casos, somos lxs antinaturales, lxs desviadxs, la "minoría".
La "minoría" que es preciso corregir, reencauzar por la normalidad, y que cuando esta corrección se topa con una resistencia demasiado tenaz, es necesario_en nombre de los derechos humanos, de las buenas maneras y de la coexistencia pacífica_tolerar, aceptar, incluso promover, siempre, por supuesto, guardando las debidas formas y asegurando la reproducción del sistema socio-sexual vigente: la heterosexualidad.
La hegemonía heterosexual no se ve amenazada en absoluto por movimientos de reivindicación de iguales derechos para las "personas LGBTTTIQ, etc, etc, etc" (agreguemos todas las letras del alfabeto que creamos necesarias...) más bien al contrario, su cómodo dominio se ve reforzado ya que de lo que se trata justamente es de alcanzar "iguales derechos que" las y los heterosexuales, cada uno y cada una en su preciso lugar, mayorías bondadosas y compasivas con las respetuosas minorías...
Quienes tenemos la desdicha atroz de amar antinaturalmente, de amar en "minoría" y contra la corriente, debemos conformamos con el lugarcito que nos toca, adaptarnos a que de 100 tipos de los cuales nos enamoramos_o tipas, en el caso de las mujeres antinaturales_con suerte 4 o 5, tal vez, en el mejor de los casos, en una de esas, puedan correspondernos. La vida de la persona antinatural, por ende, y a despecho del festivo orgullo gay, ese barniz colorinche con el cual se recubren nuestros abismos de soledad, de incomprensión y abandono, se parece demasiado_al menos en el importantísimo aspecto afectivo-sexual de la vida humana_a una tortura que, quien sabe por qué motivo, tenemos que soportar.
Imagínense, señoras y señores normales, señoras y señores naturales, señoras y señores heterosexuales, lo divertidas y festivas que serían sus vidas en un planeta donde el 99% de las personas fueran homosexuales, o bien una parte minoritaria de ese 99% de homosexuales solo accedieran a la heterosexualidad a cambio de dinero, o en momentos de "confusión", o estando borrachas o drogadas.
Pónganse por unos instantes en el lugar de la absoluta minoría, del "orgulloso y subversivo" 1%, consideren la improbable circunstancia de que la manera de amar que ustedes en este mundo tienen la gran suerte de poseer como propia, fuera el reducto de unxs cuantxs, asociado indefectiblemente en el imaginario de la mayoría homosexual, correcta y natural_e internalizado también por una gran parte de esa pequeña minoría hétero en la que ustedes estarían encerrados_a la promiscuidad, la pornografía, la inestabilidad en los vínculos, el riesgo mayor que en la población normal y correcta de contraer enfermedades crónicas por vía sexual y los estereotipos payasescos y denigrantes.
Solamente imaginen que en ese utópico mundo homosexual, donde ustedes serían una minoría tolerada, respetada y promovida, una que otra mujer_en el caso de que sean hombres_ tal vez, en alguna extraña y azarosa circunstancia, podría quizás llegar a fijarse en ustedes. La inmensa, la apabullante mayoría de las mujeres se pasearían abrazadas en la calle, en la universidad, en el trabajo, en el boliche, en la playa, refregando orgullosas su lesbianismo en las narices de ustedes, ignorando por completo no digamos sus piropos_que tal vez estarían gravemente censurados, social y penalmente_sino hasta sus miradas de deseo, de amor, de ansias de comunión y correspondencia, de vanas esperanzas de ternura y felicidad...
¿No se sentirían ustedes, al menos la mayor parte del tiempo, en un verdadero infierno?
Tal vez, mejor dicho, con toda probabilidad, muchos de ustedes intentarían por todos los medios deshacerse de una condición afectivo-sexual muy digna, muy respetable, pero sin duda_y ambiguamente_abominable en todo lo que, en un mundo así, tendría de frustración y desasosiego.
Con toda seguridad la tasa de suicidios entre heterosexuales, sobre todo en la adolescencia y también cuando el ocaso de la juventud comienza a insinuarse, sería notablemente mayor que entre homosexuales.
Con toda seguridad abundarían los heterosexuales que intentarían todo tipo de terapias, desde la lobotomía hasta la "reasignación de sexo", pasando por distintas técnicas de sugestión, para convertirse en homosexuales y acabar con tanto sufrimiento absurdo, con tanta inexorable soledad.
Muchos también, sin duda, procurarían durante largos años desterrar de sus cuerpos y de sus sentimientos todo rastro de afectividad de contenido conscientemente sexual, por ejemplo, a través de la sublimación religiosa, o de la dedicación a nobles causas, una suerte de castración espiritual en pos de altos ideales...
Una gran parte pasaría su vida aturdiendo su sinsentido y su vacuidad en orgías, en reservados y túneles de boliches héteros, ahogando el desamor y el desencanto en promiscuidad y droga.
Los triunfales homos nacerían y vivirían cómodamente sin "closet" alguno en lo que a su sexo-afectividad respecta, mientras que ustedes jamás lograrían destrozar del todo un armario de acero forjado, sellado con incontables cerrojos, un armario capaz de reconstruirse y metamorfosearse una y otra vez, sí, como Ave Fénix. Un armario-fortaleza, repleto de los cadáveres aullantes de mil amores negados.
Llevando al extremo nuestra divagación imposible, dotemos a este hipotético universo homo de una naturaleza invertida, de una biología tan cruel como la de este: en este planeta la reproducción natural de la especie solo sería posible entre individuos de igual sexuación, vale decir que los varones se aparearían entre sí y engendrarían varones, mientras que las mujeres se unirían entre sí y parirían mujeres...
La paternidad, en principio, no sería un asunto que competa a los heterosexuales, esa minoría que ante todo, busca divertirse y fornicar sin tregua. En todo caso, y después de siglos de imposibilidad, algunos heterosexuales privilegiados accederían a métodos complejos y sumamente costosos que les permitirían remedar a las familias normales y naturales. Aunque una situación curiosa y excepcional como esta no tendría porqué determinar que las "familias heteroparentales" fueran menos amorosas con sus hijos o hijas que las familias normales_recordemos que, a la inversa de estas sociedades heterosexuales open mind que están empezando a florecer gracias al movimiento "LGBTIQRZKJU, etc "se trataría de sociedades regidas por la homosexualidad, muy tolerantes y abiertas con las minorias, por supuesto_es probable que las personas heterosexuales con hijos obtenidos por métodos artificiales, en ciertos momentos, sintieran algo así como "quisiera en realidad que un ser humano pueda salir de mí, de la unión directa, cálida y amorosa entre la persona que amo y yo, y no de un laboratorio...", un deseo irrealizable para una biología homosexual.
Un tanto aterrador, ¿verdad?
Las personas heterosexuales pueden reponerse del susto, ya que es sólo un burdo ejercicio de ciencia ficción pergeñado por un inadaptado afectivo-sexual en una noche de insomnio.
Tranquilos: la Marcha del Orgullo Heterosexual prosigue incólume, compacta, invencible, y nada hace pensar que vaya a detenerse, ni siquiera modificarse.
4 feedback-trebolar:
Mi opinión ante éste articulo es que hay ciertas cosas que no existen, o ciertos absolutismos ridiculos del q no vendria mal despojarse... X ejem, "la normalidad", no hay una sola, no concibo a la "normalidad" como una imposición, sino más bien como algo a lo q se está habituado dada la naturaleza d cada uno (y xq no tmb al bienestar), en ese caso estamos en condiciones d hablar d "normalidades". Las religiones, sobre todo la catolica, nunca lo van a entender xq su postura (segun se dice, es "la palabra d dios") fue, es, y será siempre inquebrantable. D todas formas no veo la necesidad d quebrantar posturas dsd ninguno d los 2 vandos, xq existen dos cosas q llevadas a la practica ahorrarian muchas incomodiades : el respeto y la convivencia. Opino q kien saltó con la propuesta de una marcha del orgullo heterosexual no es mas q un pobre ingenuo (x no decir B-O-L-U-D-O) q no tiene idea d lo q dice, y desconoce las causas emocionales y psiquicas q empujan a los gays a organizar y participar d marchas del orgullo gay. Yo veo a la marcha del orgullo gay como un movimiento q identifica a una lado parcial d los homosexuales, ni sikiera a la mayoria d ellos, xq sostengo a muerte (retornando con lo q dije al principio sobre las cosas q no existen) q ser homosexual no es ser minoría... SER HOMOSEXUAL ASUMIDO Y CONFESO, kizas si (gracias a la discriminacion, dsd luego) pero la gran mayoria d los homosexuales son gente q no se dedica a andar provocando ni a "hacer escandalo" como se dice. La mayoria está justamente ahí, más allá d q sus comportamientos se deban a q sus "normalidades" sean esas, o a q la cobardia los obligue a adaptarse a comportamientos heterosexuales, la mayoria es esa, es obvio, bastan 2 dedos d frente para percibirlo. La provocacion y la promiscuidad son cualidades independientes d la sexualidad d cada ser humano, es decir, no son propias d los gays. Kizas, los gays q ostentan estos costados d su persona ante la sociedad (además d sentirse plenos haciendolo) lo hacen xq buscan su lugar, buscan igualdad y libertad d expresion. Los heterosexuales, al no necesitar buscar ésto, sencillamente NUNCA van a entender lo q es estar d ese lado (ojalá no lo entiendan, xq no es ninguna dicha). Cn esto solo intento expresar q no estoy d acuerdo con la marcha del orgullo gay como medio sino como fin. Calculo q en un futuro cercano, la vida va a ser mas comoda para los gays, en honor a aquellos q fueron asesinados x serlo, y en post d la juventud homosexual de más adelante.
Fabricio.
plenamente de acuerdo!!!! María García
de acuerdo con la nota de inicio!!! María García
También hay hetero que se sienten solxs. No son correspondidxs afectivo sexual mente. Ya que la hetero norma es compleja. Es clasista. Endógama. Muy controladora normativa. Incluso hay rumores de que actúan políticas redistributivas de cualidades de forma clandestina... Muchos teje manejes político familiares. No hay que olvidar toda la evolución legal de la práctica sexual. Desde un concepto clasista y de poder donde lo que se protegía era la castidad hasta uno que protege la libertad sexual que como idea cósmico metafísica está bien pero en la práctica compruebo que siguen operando dinámicas de clase y poder.
La soledad también la sentimos lxs hetero no correspondidxs. Quizá haya que agregar una letra más al grupo lgtbi...
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